sábado, 17 de noviembre de 2012


Oasis vegetales en el corazón de la ciudad

Autor:Isábel Martínez Pita

Madrid, 17 nov (EFEverde).- Rompen la monotonía de los grises tejados y expanden el verde natural sobre sus azoteas y muros... las cubiertas verdes no solo resultan agradables a la vista sino que economiza energía, colaboran a limpiar la atmósfera y algunas de ellas proporcionan un cultivo ecológico, fácil de mantener.
Foto cedida por la Escuela de Técnicos Agrónomos de Madrid.


Cada vez más en boga, las cubiertas verdes son mantas vegetales extensivas, formadas por variedades distintas de sedum, un tipo de planta grasa que crece en las cunetas, que aguanta casi todas las condiciones climáticas y vive de la humedad ambiental.

No tiene necesidades de agua ni abono; sobrevive en un rango de temperatura que va desde bajo cero a los 40 o 50 grados positivos y entre las que hay unas 600 variedades en el mundo, y prácticamente en todas partes.

El responsable comercial de la empresa Sempergreen Spain, Antonio Amich, explica a EFEverde que estas cubiertas no solo reducen el impacto visual sino, que resultan un magnífico aislante térmico y sonoro, "lo que más interesa a nuestros clientes: Reduce los ruidos tanto interiores como exteriores, y facilita la evacuación de agua de lluvia, de forma regular".

Para atender la demanda, la compañía posee 70 hectáreas de cultivo para "cultivar" sedum y convertirlo en rollos vegetales muy ligeros para cubiertas, con un bajo mantenimiento y coste.

Amich explica que "bajo la manta se coloca una capa de drenaje, una capa de sustrato ligero que sea poroso, con una materia orgánica de ocho centímetros para aguantar la humedad y sobre ella se instala la manta de sedum".

IMPERMEABILIZACIÓN

Un tema muy importante es la impermeabilización. Una cubierta hecha con tela asfáltica o cualquier otro material bituminoso se degrada con el sol, "si en su lugar colocas una cubierta vegetal, los rayos ultravioletas no inciden sobre ella y no llegan a degradar el suelo, como tampoco las oscilaciones térmicas que producen dilataciones", argumenta Amich.

Esta técnica para cubrir azoteas se ha extendido a países como España, Portugal, Polonia, Finlandia, Noruega, Estados Unidos o China, entre los que esta empresa suministra más de un millón de metros cuadrados al año.

CUBIERTAS Y JARDINES

En el caso de las cubiertas, el suelo tiene que tener un grosor de 10 o 12 centímetros, mientras que el peso de la cubierta es de 40 o 45 kilos por metro cuadrado.

En la instalación de un jardín, la estructura tendrá que ser mayor porque habrá que colocar más materiales; entre 30 o 40 centímetros de tierra, un sistema de riego, y realizar un mantenimiento, abonados y poda. Aun así es una idea que se está promocionando entre los más interesado por ahorrar energía y, al mismo tiempo, consumir productos ecológicos.

Los invernaderos son una propuesta más ambiciosa y con una filosofía completamente diferente: "Son mundos distintos. Nosotros lo que hacemos es trabajar en cubiertas de entre 1.000 y 5.000 metros, extensivas, de bajo mantenimiento y ecológicas, incluso para particulares que tienen sensibilidad ambiental, pero que no van a subir a la azotea a hacer una labor", subraya Amich.

INVERNADEROS DE AZOTEA

Jardines en las azoteas es el proyecto por el que el investigador de Producción Vegetal de la Escuela de Técnicos Superior de Ingenieros Agrónomos, de Madrid, José Durán Altisent y su equipo apuestan. Para ellos, no solo se ha de poner verde en las cubiertas sino que, además, se han de crear invernaderos donde cultivar productos vegetales ecológicos.

Creadores de la cubierta verde de la Terminal 4 de Barajas , pretenden aunar los esfuerzos de empresas y organismos oficiales para instalar en hoteles, empresas y edificios industriales, como dice Durán Altisent: "Devolver a la naturaleza lo que se le ha quitado con la construcción de grandes edificios".

Los invernaderos están dispuestos con placas fotovoltaicas que ensombrecen en verano y crean la suficiente energía eléctrica para distribuir el agua de lluvia recogida e iluminar con lámparas leds el recinto durante día y noche.

Durán Altisent explica que "esta iluminación permite que las plantas estén transformando constantemente el CO2, que en el invierno es capturado de las emisiones de las calderas de calefacción, de tal forma que, en lugar de verter esos gases a la atmósfera, se aprovecharían gracias a la función clorofílica que tienen las plantas para transformarlos en nutrientes y azúcares que enriquecen los cultivos".

Desde verduras, frutas, hortalizas, productos de huerta que "se pueden cultivar en invernaderos con paneles corredizos de plástico - asegura el investigador-, donde se consigue generar energía para el propio consumo de la comunidad e incluso vender a otras redes eléctricas". El ahorro de energía que ofrece es de 5 grados de calor añadido en invierno y 5 grados menos a la hora de enfrentarse al calor del verano.

COMO UN HUERTO CONVENCIONAL

Cualquier producto de un huerto convencional puede cultivarse en estos invernaderos, porque se encuentran en un ambiente confinado donde reciben todo lo que necesitan, agua, nutrientes, CO2 y radiación solar.

Los ensayos de este sector de experimentación agrícola ha llevado a estos científicos a realizar varios proyectos entre los que se encuentra el cultivo de tomates en Canarias, donde han logrado cosecharlos con una calidad mucho mayor por su alto contenido en azúcares y nutrientes, con una mayor prontitud y con un gran éxito de exportación. Así como el cultivo azafrán, que han cosechado en la misma Escuela Técnica.

Ya se ven por la ciudad en algunas ciudades de España autobuses con techos de huertas ecológicas y donde en la planta inferior se instalan talleres, donde se explican las técnicas y beneficios de este sistema ecológico, saludable y agradable a la vista. Y que, como dice José María Durán Altisent, "es viable y sostenible". EFEverde

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