Reunificación ecológica: la “Franja Verde” o un patrimonio natural que une.
Antes venían a la frontera a mirar. Grupos de turistas descendían de los autobuses y abarrotaban la plataforma de la Bundesstraße 4 de Hohegeiß, en el Harz, para atreverse a echar una mirada al otro lado. Al otro lado estaba la RDA, aislada por vallas de señalización, torres de vigilancia y fosas antivehículos. La frontera interalemana era una de las mejor vigiladas del mundo. El punto más cercano a la misma en el Harz era Hohegeiß.
Sin embargo, 21 años después de la caída del Muro no queda rastro de las instalaciones fronterizas y hace mucho que se desmontó la plataforma. “Las vallas, las torres, todo aquello desapareció rápidamente tras el fin de la RDA“, cuenta Friedemann Schwarz, “hoy, en cambio, la gente viene a hacer senderismo y nos preguntan dónde estaba la frontera”. El profesor retirado lo sabe perfectamente, justo detrás de la valla de su jardín estaba el cartel de advertencia: “¡Alto! Ésta es la frontera”. Schwarz no se atrevió a dar ni un paso en esa tierra de nadie.
Quién iba a decir que justamente allí, donde estaba la frontera, es donde la naturaleza ha podido conservar sus tesoros. La antigua franja de la muerte fue un singular refugio para la biodiversidad a partir del cual se ha
desarrollado la “Franja Verde“, el primer y mayor área natural protegida en la Alemania reunificada.
El origen del proyecto
Kai Frobel sí que se dio cuenta y empezó enseguida a luchar por la conservación de esta línea de la vida de 1,393 kilómetros, que se extiende desde las playas del Báltico, por el río Elba, los montes del Harz y el macizo del Rhön, hasta la región sajona-bávara de Vogtland.
“Mucho antes de la reunificación ya sabíamos que se había desarrollado en silencio una verdadera joya ecológica”, dice el iniciador y director del proyecto Franja Verde (Grünes Band) de la Federación Alemana para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza (BUND, por sus siglas en alemán). Estuvo en la región fronteriza de Baviera y Turingia catalogando especies poco frecuentes de aves, primero, como joven aficionado a la ornitología y, después, como joven científico. Evaluaciones posteriores han conducido a la conclusión de que muchas especies de animales y plantas amenazadas han utilizado el área fronteriza, necesariamente tranquila, como último refugio.
Tan sólo cuatro semanas tras la caída del Muro, 400 ecologistas del Este y el Oeste publicaron una solicitud de protección permanente de la zona. La idea de la “Franja Verde” fue tomando forma en la ciudad bávara de Hof. Ahora el proyecto es todo un éxito: un 85% de los 177 kilómetros cuadrados de superficie de la “Franja Verde” son considerados “casi naturales”, es decir, no edificados ni atravesados por carreteras.
La federación ecologista intenta adquirir los terrenos restantes con dinero de donaciones, como ya lo ha conseguido con los estanques de Brietz en Altmark, cerca de Salzwedel: las canteras de arcilla anegadas cerca de los últimos bosques pantanosos de alisos de Sajonia-Anhalt, junto con los prados húmedos y las turberas, son considerados una de las perlas ecológicas de la región.
La regeneración de la historia
Lo especialmente irónico es que justo las veredas abiertas artificialmente para garantizar a los soldados fronterizos de la RDA un área de tiro despejada se hayan convertido en biotopos de un valor destacado. “El cuidado y la conservación de la Franja Verde seguirán siendo en el futuro una de las principales tareas para la conservación de la biodiversidad”, considera Hubert Weiger de la Federación Alemana para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza (BUND).
Una tarea que implica a muchos actores a nivel federal, regional y municipal. Como proyecto insignia de la estrategia nacional para la biodiversidad, esta franja, que en su núcleo sólo tiene de 50 a 200 metros de ancho, desempeña otro papel central: “El hecho de que la Franja Verde interconecte 109 tipos de hábitats distintos, que constituyen el sistema biotópico más largo de Alemania, la convierte en el eje central para la conexión de otros paisajes y hábitats”, explica la presidenta de la Oficina Federal para la Conservación de la Naturaleza (BfN), Beate Jessel.
Así pues, si éste es el objetivo de los grandes proyectos de protección de la naturaleza fomentados por el Estado, la conexión es importante para asegurar la supervivencia a largo plazo de especies vulnerables y reintroducidas en su hábitat, como por ejemplo el lince en los montes Harz.
Si no hubiera sido por la frontera, el Elba también hubiera perdido uno de sus tramos más genuinos y bellos. La vega del valle del Elba, entre Brandeburgo y Baja Sajonia, se libró durante 40 años de sufrir medidas de canalización. Gracias a ello se ha conservado uno de los últimos paisajes fluviales casi naturales, en el que las cigüeñas encuentran abundante alimento y los castores construyen sus represas sin preocupación.
“Para la naturaleza, la frontera ha sido una bendición, para la gente de la RDA, una maldición”, dicen Margot y Wolfgang Pauli, que han organizado una exposición titulada “Sobrevivir en la zona prohibida” en el granero de su granja, que restauraron tras la reunificación, en el pueblecito del Elba Unbesandten.
Vivir en la franja verde alemana y europea
La conservación de su valor único como paisaje del recuerdo y patrimonio natural vivo y conseguir transmitir mejor ese valor es también la meta del proyecto turístico “Conozca la Franja Verde” (Erlebnis Grünes Band), patrocinado por el BfN y BUND.
Fuente: Embajada de Alemania en España.
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