domingo, 3 de febrero de 2013


Los romanos tratan de salvar el Coliseo del tráfico

En Roma, las autoridades han abierto la mano a la circulación de autobuses turísticos por el centro



Varias personas hacen cola en una parada de autobús junto al Coliseo romano. / Cristobal Manuel


Cada mañana, Eugenio Donato, técnico de la oficina de control de la polución del Ayuntamiento de Roma, recibe los datos de las 13 centralitas que relevan la contaminación del aire. “Si el día anterior superamos los límites [en 2012 pasó 57 veces, de las 50 consentidas por las normas europeas], escruto las previsiones para el día siguiente: si veo que hay inestabilidad, viento o lluvia, bien. Si el buen Dios no piensa intervenir – ironiza – bloqueamos el tráfico el día siguiente”. Los vehículos más contaminantes (con tecnología y filtros más anticuados) no pueden circular en la zona verde, un área de 120 kilómetros cuadrados. Si los niveles de polvo o bióxido de azoto siguen altos, el sexto día circulan los con matrícula impar, el séptimo los pares. No es un trabajo sencillo: Roma tiene un marco municipal de 1.250 kilómetros cuadrados, casi dos millones de vehículos matriculados y al menos 650 mil motorini. “Damos ayudas para comprar coches híbridos; de los cerca de 2.700 autobuses, 400 ya marchan con gas natural y todos tienen como máximo ocho años. Tenemos los domingos a pie. Suelen ser cuatro, antes de marzo, más que para abatir la contaminación, para sensibilizar a los ciudadanos”. En 2013, aún no hubo.

“Son reacciones contra la emergencia, no existe una estrategia para contrastar la contaminación”, denuncia Lorenzo Parlati, en la sede romana de la asociación Legambiente. “Por ejemplo –argumenta - 17 mil plazas de aparcamiento de pago, de las 90 que hay en el centro, pasaron a ser gratis. Y cuando debes pagar, el coste es de un euro por hora y con 4 euros puedes dejar el coche 8 horas: un chollo que fomenta la utilización de los vehículos hasta dentro el casco antiguo”.

Además del tráfico que generan los propios romanos – para los cuales coger un autobús es una especie de tortura, acostumbrados a llegar hasta la puerta de cualquier sitio en moto o en coche – hay otra preocupación, en una ciudad que cuenta 22 millones de visitantes al año: “La administración ha vuelto a abrir el centro a los autobuses turísticos, que antes debían aparcar fuera. Ha instituido 15 áreas donde pueden esperar, en plena zona monumental, por ejemplo a lo largo de la calle de la Conciliazione, frente a San Pedro, o detrás del Coliseo, donde llega uno cada 30 segundos”.

El antiguo Anfiteatro Flavio atraviesa una época difícil: tienen que arrancar la restauración, ahora bloqueada por un juicio, y las obras para una tercera línea de la metropolitana. “Los andamios van a reducir el espacio disponible entre el Coliseo y la actual estación – considera Legambiente – El ayuntamiento no va a desviar el tráfico, sino que ha pensado en reducir las aceras”. La asociación abrió una petición “Salvemos el Coliseo” del tráfico, que se puede firmar en Avaaz

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