lunes, 3 de diciembre de 2012


Las estufas serbias de cerámica calientan el hogar de forma ecológica

Autor:Snezana Stanojevic

Belgrado, 3 dic (EFEverde).- Desde hace siglos se producen en Serbia estufas de cerámica, que calientan los hogares de este frío rincón balcánico de forma ecológica y al mismo tiempo le dan un toque exclusivo y único a la casa.  

BELGRADO, 02/12/2012.- Una estufa de cerámica rica en adornos, en Belgrado, en el Museo de la princesa Ljubica, antigua residencia de la esposa del príncipe serbio Milos Obrenovic, del siglo XIX. Este tipo de estufas, que se producen en Serbia desde hace siglos, calientan los hogares de este frío rincón balcánico de forma ecológica, ya que almacenan el calor que radian horas después de que se haya apagado el fuego, y al mismo tiempo le dan un toque exclusivo y único a la casa. EFE


"La estufa de cerámica calienta de forma natural porque todos los materiales que la componen son naturales", explica a Efe el artesano Dejan Vojinovic, quien prefiere la leña como combustible renovable y más limpio que el carbón.
No producen ningún proceso químico

Este propietario de un taller de vieja artesanía cuenta que en esas estufas no se produce ningún proceso químico, ya que "todo son arcillas, cocidas a temperaturas diferentes, y algunas no cocidas, como las que sirven de conjunción". 
Las estufas de cerámica, normalmente de gran masa, almacenan el calor, que radian horas después de que se haya apagado el fuego. 
Así, reducen de forma significativa el gasto de combustible respecto a una estufa de acero y sobre todo a una chimenea abierta, que se enfrían rápido. 
Están compuestas de ladrillos de chamota resistentes a muy altas temperaturas, en el interior, capaces de absorber grandes cantidades de calor, que transmiten lentamente a las placas de arcilla cerámica esmaltada, la parte exterior y decorativa de la estufa. 
La chamota se coloca en un complicado sistema de obstáculos cuyo objetivo es hacer canalización especial para ralentizar el paso de llamas y gases calentados, y aumentar así el rendimiento. 
Las placas, además de con arcilla, se unen con alambres metálicos, que contribuyen a la estabilidad de la estufa. 
"Las placas de cerámica hechas a mano no sólo sirven para calentar, sino que son una pieza de arte", dice Vojinovic.
El artesano ha hecho una estufa de más de siete metros de altura 

Su "obra maestra" es una bella estufa de más de siete metros de alto y más de cuatro toneladas de peso, instalada en un prestigioso café de Belgrado y que calienta dos pisos, que suponen unos 300 metros cuadrados. 
"Montar una estufa, sea grande o pequeña, requiere del maestro una dosis de arte. También, el artesano tiene que pensar mucho cómo colocar los elementos para que el rendimiento sea el máximo, hasta de entre el 90 y el 98 por ciento", señala. 
En muchos pisos y casas señoriales del pasado, la estufa de cerámica fue un "mueble" inevitable. 
En los tiempos modernos, los nuevos dueños destruían estufas para sustituirlas con calefacción a electricidad y a distancia, pero ahora se ha puesto de moda tener una, sea nueva o reconstruida. 
"Instalo la estufa de cerámica a quien le guste. Pero cuando se da cuenta de cómo calienta, queda totalmente entusiasmado", asegura el artesano. 
Reconstruir una estufa de cerámica es un trabajo exigente, pero indispensable para su manutención y debería hacerse después de cada diez años de uso para limpiar a fondo los conductos del hollín, cambiar la chamota y mejorar su utilidad.
La historia comenzó con la cocción de unas arcillas

La historia de esas estufas "comenzó con la cocción de la arcilla", y las placas se esmaltan desde comienzos del siglo XVII. 
En aquel tiempo, son frecuentes en Europa central, pero pocos podían darse el lujo de tenerlas porque costaban un dineral y debido a la mala tecnología se tardaba un año y más para construir una. 
"Cada una era única, hecha para un dueño, y nadie más podía tener otra igual. Los moldes en que se imprimían las placas de cerámica se desgastaban ya en el proceso de producción", explica. 
Vojinovic produce en su taller placas de acuerdo a recetas tradicionales y asegura que, aunque las industriales son impecables, carecen de ese realce artístico. 
En Serbia quedan muy pocos artesanos que se dedican a la reconstrucción de las estufas de cerámica. En la familia Vojinovic es una tradición de varias generaciones. EFE verde

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