Menú navideño, mala digestión para el planeta
La producción de langostinos en Ecuador destruye los manglares
Las anguilas (adultos de angulas) están consideradas en peligro crítico de extinción
Las uvas vienen de Chile y las frutas desecadas de Tailandia
Gamba chunga, manglar tumba es el título de una canción que Ecologistas en Acción difunde en estos días para concienciar sobre el impacto ambiental y social que supone el cultivo de langostinos a costa de los bosques de manglar situados sobre todo en Ecuador. Gran parte de los langostinos acaban en los platos europeos, especialmente ahora, en las celebraciones de estas fiestas. Tampoco merluzas, angulas y frutas desecadas, entre otros protagonistas de los menús navideños, presentan el mejor balance sostenible posible. Hasta las uvas de las 12 campanadas vienen de Chile. Pero hay alternativas, muchas de ellas más consecuentes con nuestra tradición y dieta mediterráneas.
Ecologistas en Acción recuerda que en Ecuador más del 70% de los manglares ha sido destruido y remplazado por piscifactorías para la producción de langostinos tropicales. El Instituto para el Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU- Inweh por sus siglas en inglés) concluía en un informe reciente que países como Honduras y El Salvador han perdido más de un 40% de su superficie de manglares entre 1980 y 2005. Una de las autoras, Hanneke Van Lavieren, declaró a la agencia Efe que en Latinoamérica las dos principales causas de esta destrucción son el desarrollo urbanístico y las instalaciones de acuicultura para la producción de gambas y langostinos, especialmente en Brasil, Ecuador y México.
La importancia de los manglares es crítica para comunidades costeras en las regiones tropicales
Zafar Adeel, director del UNU-Inweh y también autor del informe, añadió que “a pesar de que los manglares sólo representan un 0,5% de la superficie arbolada del planeta, su importancia es crítica para comunidades costeras en las regiones tropicales del planeta”. Coincide en ello Ecologistas en Acción, al entender que es un ecosistema importante no solo para la biodiversidad, sino también para las comunidades cercanas. Aparte de la destrucción directa, la salinización y acidificación procedente de las granjas de langostinos provoca igualmente efectos ambientales y sociales negativos.
En la lista roja de especies pesqueras de Greenpeace, aparte de los langostinos, aparecen estrellas de la cocina navideña como las merluzas, aunque no otras, como el besugo y la lubina. Sin embargo, desde AZTI-Tecnalia, centro tecnológico experto en investigación marina y alimentaria, sí alertan sobre otro clásico de estas fechas: las angulas, los alevines de las anguilas. Este organismo ubicado en el País Vasco lidera el proyecto Recang (Recuperando la anguila), en el que participan la Fundación Biodiversidad, la Diputación Foral de Gipuzkoa, el Gobierno vasco, la Agencia Vasca del Agua y Ekolur. Los primeros trabajos han constatado el alarmante descenso de la especie, que se combinan con otros destinados a su recuperación. En la actualidad, la anguila está catalogada en peligro crítico de extinción.
Algunos datos aportados por el proyecto hablan de capturas en zonas de Asturias de 60.000 kilos por temporada en los años setenta del pasado siglo y de solo 500 en la actualidad. En este caso, además de la presión de la extracción, se añaden las presas construidas en los ríos, que trastocan el remonte de los adultos para desovar, y las minicentrales eléctricas, donde quedan atrapadas en las turbinas durante el descenso. Estibaliz Díaz, coordinadora de Recang, apuesta por actuar en todos los frentes (capturas, destrucción del hábitat y regulación del mercado), pero recuerda que desde 1997 un organismo científico, el International Council for the Exploration of the Sea (ICES), del que es la representante española en el grupo de trabajo de la anguila, recomienda que “se mantengan las capturas lo más cercano a cero, ya que la especie está fuera de los límites biológicos de seguridad”.
En estas fechas llega hasta el cordero congelado desde Australia, lo que incrementa su impacto ambiental
Daniel López, coordinador de Agroecología y Soberanía Alimentaria de Ecologistas en Acción, recuerda que “en estas fechas se intensifica el impacto ambiental procedente de numerosos alimentos por las grandes distancias que deben recorrer y las cadenas de frío a que se someten para que podamos consumir masivamente piñas del trópico y uvas de Chile, porque la gran mayoría de las que comemos en las doce campanadas proceden de este país sudamericano”. Hasta cordero congelado de Australia llega por Navidad, por lo que López recomienda informarse debidamente sobre la procedencia de cualquier alimento y apostar por “alimentos autóctonos con producción cercana y ecológica o con denominación de origen”. También reconoce la perversidad de un mercado que vende más barato un cordero que llega de Australia que uno criado a 50 kilómetros del lugar de consumo.
Ni siquiera las frutas desecadas (ciruelas, uvas, albaricoques, higos…) se salvan de protagonizar grandes viajes hasta llegar a nuestras mesas. En unas declaraciones a Efeagro, José María Carrillo, director de Bernabé Biosca Alimentación, informa que importan higos desde Turquía porque “son más carnosos, más dulces y más baratos" para su versión desecada. Alaba las cualidades de otros productos frescos españoles, como los albaricoques y uvas que, sin embargo, no son tan adecuados para su presentación en forma de orejones y pasas, debido a que no quedarían tan jugosos como los importados. Chile de nuevo, Filipinas, Tailandia, Argelia, Argentina y Estados Unidos están en el origen de muchas de estas frutas, aunque una asociación de Nalda (La Rioja), El Colletero, se encarga de demostrar año a año que en España aún se producen de forma tradicional pasas de ciruelas reina claudia que hacen las delicias de quienes las prueban. Y así se comprobó el pasado domingo, con la XIV edición de unas jornadas que reivindican este producto y otros, como los orejones de melocotones.
La alternativa
Tanto desde El Colletero como desde Ecologistas en Acción (“ahora es el momento de la lombarda con pasas y manzana o de ensaladas de escarola con granada”, afirma Daniel López) demuestran que hay alternativas más sostenibles. Ángeles Parra, presidenta de la asociación Vida Sana,impulsora de la feria Biocultura, piensa que “con productos ecológicos certificados y de temporada se garantizan comidas de máxima calidad y muy variadas, sin necesidad de recurrir a langostinos tropicales, pollos criados en granjas intensivas y uvas de Chile”. En el menú ecológico de Parra caben “jamón de jabugo, arroz negro a la brasa, cabrito al horno, canelón crujiente de verduras y queso, ensalada del huerto con flores y germinados, sopa tibia de cítricos y, por supuesto, vino, cava, turrones; y hasta el salmón y el caviar, que pueden ser ecológicos”.
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