domingo, 9 de diciembre de 2012


Kioto II, una misión (casi) imposible



La poca ambición de las nuevas metas para reducir gases y la financiación bloquean el 



acuerdo para renovar el protocolo contra el cambio climático en Doha


Medio ambiente | 07/12/2012 - 21:19h
Kioto II, una misión (casi) imposible
Los activistas denuncian los permisos sobrantes de CO2 (aire caliente): 13.000 millones de toneladas AFP
Antonio Cerrillo
Barcelona

El modesto y casi simbólico objetivo de la cumbre de Doha –la prórroga del protocolo de Kioto contra el cambio climático– parece una misión casi titánica, vistos los desacuerdos de los distintos países en relación al documento presentado la jornada final de la conferencia de la ONU. Todo indica que a cumbre se prolongará durante la madrugada del sábado. La continuidad de Kioto –el único compromiso real mundial para combatir el calentamiento- va a costar más de lo previsto (casi sangre, sudor y lágrinas), entre otras razones porque la presidencia catarí no parece ser capaz de aunar las distintas posiciones.

El protocolo de Kioto tiene ya muy pocos países relevantes con metas vinculantes para reducir los gases invernadero (la UE, Australia, Noruega, Suiza y poco más), pues de él se han ‘desenganchado’ Canadá, Japón y Rusia, y EE.UU. nunca lo ratificó. Pero para que Kioto II salga adelante, se necesita el apoyo de países emergentes y en vías de desarrollo (pese a que éstos no tienen metas legales vinculantes para limitar el CO2). Y estos países presentan serias objeciones para dar su asentamiento.

La falta de metas ambiciosas de los países ricos para recortar sus gases de CO2 en Kioto (2013-2020), la financiación para que las naciones vulnerables hagan frente a los efectos del cambio climático y la controversia sobre los derechos de emisión (permisos) de CO2 sobrantes de los países del Este mantienen bloqueada la negociación.

Poca ambición
La falta de ambición en las nuevas metas para recortar las emisiones de gases ha sido una crítica constante de las naciones en vías de desarrollo. El protocolo de Kioto (que expira este mes) obliga a 35 países industrializados a reducir sus emisiones un 5% en el 2012 respecto a 1990. La UE ha puesto sobre la mesa una nueva reducción de gases del 20% para el 2020 respecto a 1990. Pero la realidad es que hasta este año ya ha logrado reducir sus emisiones un 18,2%, por lo que el listón que se plantea ha sido considerado muy insuficiente por las naciones pobres, sobre todo por los pequeños países insulares del Pacífico. A la UE le echan en cara que la contribución de la mitigación del calentamiento es muy insuficiente.

En la conferencia, sólo un pequeño grupo de países (Líbano, República Dominicana, Bielurrusia y Ucrania) ha fijado nuevas metas para recortar sus emisiones. La conferencia, en este sentido, ha confirmado la gran brecha que existe entre la exigencia demanda de los científicos y climatólogos para que se reduzcan drásticamente las emisiones de CO2 y los mínimos pasos que se han dado en ella.

Acción a largo plazo
De la misma manera, en el documento de acción conjunta a largo plazo (grupo que reúne a todos los países, incluido EE.UU., China y demás) no había acuerdo sobre el párrafo que fijaba el pico de emisiones máximas admisible en el año 2015 (sólo se decía que ese pico se debe alcanzar “lo antes posible”). Además, tampoco hay acuerdo para que los países ricos deban recortar el CO2 entre el 80% y el 95% (siempre respecto a 1990) para mitad de siglo, como piden diversas propuestas y exigen los científicos. Mientras tanto, Kioto II reunirá sólo a países que totalizan el 15% de las emisiones totales del planeta.

Las emisiones de gases crecen anualmente a un ritmo del 2,5%, sobre todo propulsadas por la quema de combustibles en países emergentes, como China e India, poco motivadas en cambiar el modelo energético (con altas emisiones de CO2) para superar su pobreza.

Financiación, asunto clave
El segundo motivo de discordia es el desacuerdo sobre la financiación que deben recibir las naciones más vulnerables al cambio climático para hacer frente a sus consecuencias o para financiar su transición energética. China se ha mostrado especialmente exigente. El resultado es una dura división entre países industrializados y naciones en desarrollo. No hay un acuerdo sobre cómo garantizar que haya una transición para lograr que para el 2020 se registre una movilización de fondos (públicos y privados) por valor de 100.000 millones de dólares anuales, que es la meta decidida en Copenhague (2009).

Algunos países han puesto dinero sobre la mesa. Los países de la UE han prometido aportar 8.300 millones de euros en los próximos tres años, cifra superior a la que ya pusieron como la ayuda urgente acordado en Copenhague (7.200 millones para el período 2010-2012). En cambio, ni Estados Unidos ni Japón han concretado, hasta ahora, si continuarán prestando esta ayuda.

“Existe un profundo desacuerdo sobre el fallo de las naciones desarrolladas al incumplir sus promesas”, declaró Tony de Brum, representante de las Islas Marshall, y portavoz de la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (AOSIS).

Derechos de emisión
La UE, mientras tanto, ha logrado resolver su disputa interna sobre el uso de los derechos de emisión (permisos) de CO2 de los países de Este (conseguidos por el desplome de su economía y el cierre de industrias pesadas, y no por verdaderas políticas de mitigación del cambio climático). Polonia quería arrastrar estos derechos para Kioto II (2013-2020) e incluso anhela poder comercializarlos a partir del 2020 (recientemente venció a España derechos por valor de 40 millones de euros). La fórmula acordada permite que Polonia (y los demás países del Este) puedan arrastrar sus créditos a Kioto II, “pero con un uso limitado por parte de los países compradores”. En suma, se trata de que, sin privar a Polonia de sus derechos, se limite la compra y se cree una situación que frene la demanda de estos derechos, con lo que su uso restrictivo los convertiría en derechos virtuales.

Pero en el acuerdo final no se habla de cancelar estos derechos en el 2020, lo que disgusta los países en desarrollo, mientras que Rusia, que tiene unos excedentes de unos 6.000 millones de toneladas de CO2. ha hecho oír su voz a última hora, deseosa de que se respete su derecho a venderlos.

El ministro español Miguel Arias Cañete añadió que el sistema previsto para la gestión del superávit de emisiones no es suficientemente ambicioso, aunque aclaró que el texto actual encaja con la mayoría de las exigencias de la UE y España.

Gran pacto global mundial para el 2015
Todas estas discrepancias condicionan el clima de la negociación del gran pacto global mundial (que debe fijar también límites de emisiones para EE.UU, las potencias emergentes). Según se acordó en Durban (Copenhague), este gran pacto debe estar listo en el 2015, para poder entrar en vigor en el 2020, si bien en Doha se han hecho muy pocos avances en este sentido. Este gran acuerdo debe ser el que sustituya al protocolo de Kioto, que hasta ahora sólo exige a 35 naciones industrializadas recortar sus emisiones un 5% en el período 2008-2012 respecto a 1990 (aunque Japón, Canadá y Rusia ya se han despedido).

“Un gran número de cuestiones están todavía por resolver”, declaró a Reuters Peter Altmaier, el ministro alemán de medio ambiente. “Nos espera una larga y extremadamente difícil noche de negociaciones. Tal vez, por la mañana tengamos más claro la impresión de si un compromiso es posible o no”, agregó. Fahad Bin Mohammed Al-Attiya, el diplomático que preside la conferencia, dijo que la conferencia necesitaba acabar el sábado.


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