La Feria Smart City exhibe ciudades ecoeficientes
El nuevo modelo urbanístico de Barcelona buscará reducir la huella ecológica de sus actividades
Barcelona Metrópolis | 29/11/2011 - 00:44h
Los operarios del servicio de limpieza de la estación del AVE de Sagrera dispondrán de un dispositivo que les permitirá detectar si las papeleras están llenas, para organizar la recogida. A la par, el ciudadano que haga uso del tren podrá consultar desde el teléfono de casa los horarios del tren, con lo que podrá apurar su tiempo y no alargar las esperas. Este mismo ciudadano recibió ayer la grata noticia de que la policía había encontrado abandonado su coche robado, pues el sensor que llevaba instalado en el vehículo ha permitido una rápida localización y detener a los ladrones gracias al GPS.
Sí, efectivamente lo ha adivinado. Las escenas que aquí se describen no son un esbozo de una película de ciencia ficción, sino situaciones reales; de ahora. El futuro está ya aquí. Muchas de las imágenes que hace poco parecían futuristas se han incorporado a nuestra vida cotidiana con sigilo, hasta integrarse en ella con plena naturalidad rutinaria.
Son ejemplos de cómo la tecnología ha transformado nuestras vidas y costumbres, y de cómo marcará la transformación de ciudades. En estos momentos, desde un teléfono móvil se está controlando el funcionamiento de la temperatura del aire acondicionado de las plantas del nuevo edificio de Teléfonica en Barcelona. Y sería perfectamente posible acabar con el derroche energético de esos miles de fluorescentes encendidos en edificios enteros de aparcamientos: "bastaría un detector que la presencia del coche para dosificar ese consumo eléctrico", explican los expertos de Siemens.
Si existen tales avances ¿por qué no ponemos los conocimientos tecnológicos a disposición de los grandes peligros que acechan al planeta? La humanidad va camino de agotar en 200 años un recurso, el petróleo, sobre el que pivota su modelo de desarrollo, y que tardó miles de años en formarse. Y en paralelo sabemos que el ritmo de transformación del planeta supera la capacidad de regenerar sus recursos naturales, con fuertes impactos sobre el clima y la pérdida de biodiversidad. Hoy, una de cada dos personas vive en una ciudad; y en el 2050, el 75% de su población vivirá en ciudades, que emplean ya más de dos tercios de la energíamundial y son responsables del 80% de las emisiones de gases invernadero.
Expertos en ecología urbana, como Salvador Rueda, sostiene que ante el actual modelo de desarrollo insostenible las estrategias de la información y el conocimiento son la principal arma para afrontar el futuro. Es la única opción para la supervivencia. "En la naturaleza, el proceso de información y conocimiento ya se ha producido, y todo ser vivo que no lo ha seguido ha quedado en el camino. Sólo sobreviven los organismos más complejos y eficientes, y el nuestro tiene un trillón de células cerebrales cuya energía equivale a un bombilla de 120 vatios; es de una eficiencia impresionante", dice Rueda.
Una estrategia de conocimiento, a la hora de organizar la vida en la ciudad, debe proporcionar servicios desmaterializados, es decir, que hagan menos uso de los recursos naturales, la energía o los materiales agotables (arquitectura, vivienda, las redes de energía, el transporte). La ciudad también debe reducir su huella ecológica que deja.
Las personas preocupadas por nuestro medio ambiente se han interesado poco por las tecnologías, y los tecnológicos eran poco verdes. El salón Smart City Expo, que se inicia hoy en Barcelona, con presencia de más de cientos expertos, nace con la voluntad de unir estos dos mundos; es la gran oportunidad para estrechar esta alianza y brindar al urbanismo el nuevo modelo que busca Barcelona, una ciudad que siempre explora el futuro.
La capital catalana ejecutó un maravilloso modelo de ciudad basado en la idea de recuperar su acceso al mar, esponjar las zonas densas y bombardear con una arquitectura singular y artística guetos que ya no existen. Pero es modelo se agotó, y hoy esboza un modelo urbanístico más eficiente, que ahorre recursos y proporcione mejores servicios. Las miles de lucecitas encendidas que se ven en ella desde el cielo son células ineficientes y mal conectadas de un cerebro con síntomas de atrofia. Una ciudad inteligente (eficiente, mejor conectada) es la única posibilidad de tener un organismo vivo. "Una sociedad que quiere ser perdurable no tiene futuro sin una estrategia basada en el conocimiento; y tampoco tiene futuro un modelo tecnológico que ignore el deseo de la perdurabilidad", dice Rueda.
La Vanguardia