sábado, 28 de abril de 2012


Encender la chispa de proyectos pioneros

Clemens Schlettwein, de 42 años, es uno de los principales donantes de la organización conservacionista WWF

Medio ambiente | 27/04/2012 - 21:47h
Antonio Cerrillo
Barcelona

Clemens Schlettwein, de 42 años, es uno de los principales donantes de la organización conservacionista WWF, que cuenta con 35.000 socios en España (y que, por cierto, ha abierto un proceso para eliminar la figura de presidente de honor que ostenta el Rey, tras su cacería en Botsuana). Desde que era pequeño y vivía en Basilea, era tradición en su familia hacer aportaciones a esta organización defensora de la naturaleza. Y esto es lo que ha seguido haciendo desde que se instaló en España hace unos quince años para vivir en Castelldefels. Clemens recibió una importante herencia de su padre, un inversor suizo, y dedica su tiempo a gestionar ese patrimonio familiar.

Una de sus recientes donaciones sirvió para que WWF creara un departamento de energías renovables, con un director de proyectos al frente. “Yo entiendo que mi aportación debe servir sobre todo para apoyar proyectos nuevos para los que WWF no tiene recursos, y siempre bajo la premisa de que es una palanca para arrancar nuevas aportaciones. No se trata tanto de que yo ponga dinero de manera continua como de encender la chispa de iniciativas pioneras, de poner la primera piedra para lo que luego debe ser un edificio que construye entre muchos más”, dice mientras desayuna en el Club Nàutic de Castelldefels.

Con este mismo espíritu encaró la ayuda que le pidieron para fortalecer las organizaciones sociales en Túnez para lograr, en un momento clave de su transición democrática, que su nueva constitución recogiera los derechos de la defensa del medio ambiente. Schlettwein es, como su mujer, Gemma, un gran amante de los animales, lo que le ha llevado a crear un gran refugio para perros en una finca de 3,5 hectáreas, propiedad de su fundación (Fundación Trifolium.org), donde los animales pueden moverse libremente, son alimentados con comida natural (“nada de pienso ni comida basura”) y reciben tratamientos veteritarios alternativos. “En España, las aportaciones privadas para proteger la naturaleza tienen insuficientes beneficios fiscales”, se lamenta.

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