lunes, 12 de noviembre de 2012


Clonar animales en extinción

De poco servirá reproducir especies en peligro de desaparecer si no se abordan también las causas



El éxito no está asegurado. La vecina Argentina ha recorrido ya parte de ese camino. Desde que en 2003 logró las primeras vacas clonadas, ha logrado crear embriones de chitas y de tigres en peligro de extinción, colocando el material genético de células adultas de estos animales en óvulos de gata, pero falta la parte más importante: que nazca un animal. India se plantea hacer lo mismo con una especie de oso negro y otra de tigre de la que quedan muy pocos ejemplares.

Desde que en 1962 el británico John B. Gurdon demostró que era posible —lo que le ha valido el Premio Nobel de Medicina de este año—, la técnica de la clonación ha tenido un desarrollo lento, pero imparable.

Hasta 1996 no se logró el primer mamífero clonado a partir de células adultas. Fue la archifamosa oveja Dolly, obtenida en el Instituto Roslin de Edimburgo. A partir de este éxito, la clonación se ha convertido en una técnica de uso creciente cuya única limitación es, por ahora, económica. Su elevado coste hace que se haya utilizado solo en la reproducción de animales de gran valor económico, como sementales de toro de lidia, o sentimental, para reproducir mascotas muy queridas por sus propietarios, casi siempre millonarios.

Utilizar la clonación para reproducir animales destinados al consumo de carne no resulta por ahora competitivo: la simple cópula la garantiza a un precio mucho más asequible.

En cambio, la clonación puede resultar decisiva para evitar la extinción total de especies que no pueden vivir en cautiverio. En este caso, sin embargo, hay que plantearse algo más. De poco servirá clonar esos animales si no se modifican al mismo tiempo las causas que les han llevado al borde de la extinción, ya sea la caza masiva de ejemplares o las agresiones al hábitat en el que sobreviven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario