miércoles, 14 de noviembre de 2012


Prodigio en el Guadiana

Mejor que llueva en abundancia, porque el método del Capitalismo de Estado Hídrico-Ecológico ha sucumbido a los recortes presupuestarios



SOLEDAD CALÉS

El Guadiana es el río más misterioso de España. Desde tiempos inmemoriales, cuando en las aulas se aprende geografía, los escolares quedan cautivados por la insólita desaparición física de un río durante kilómetros, para reaparecer como si se tratase de un fantasma o del conjuro de un mago capaz de mover montañas. Desde el domingo pasado, el Guadiana ha ofrecido otro de esos hechos insólitos que tienen explicación física pero apariencia de prodigio berlanguiano: el agua del río entra en las Tablas de Daimiel, el humedal castigado por la sobreexplotación de los pozos subterráneos (muchos de ellos ilegales) con el fin de sostener hectáreas de regadío. Esquilmados los pozos, el agua subterránea descendió, se alejó de la superficie y dejó de inundar las Tablas de Daimiel. De eso hacía ya 25 años; cinco lustros durante los cuales hubo que bombear agua hasta el humedal y el ecosistema (fauna y flora son los conceptos más precisos, pero ahora están en desuso) malvivió en un equilibrio precario.

Pero el domingo el agua manó de nuevo hacia la superficie y el Guadiana volvió a inundar las Tablas. Las razones son sencillas: las lluvias han aumentado en los últimos años y los Gobiernos se decidieron a cerrar los pozos de regadío, legales o ilegales, mediante el procedimiento más eficaz que se conoce, que es comprar las tierras de los alrededores y dejarlas sin explotar. Esta es una figura que en adelante se conocerá como Capitalismo de Estado Hídrico-Ecológico (CEH-E). A partir de ahora, mejor que llueva en abundancia, porque el método CEH-E ha sucumbido a los efectos de los recortes presupuestarios.

Se prolongará el milagro? Los ecologistas confían y los agricultores desconfían; cada uno en su papel. Pero los ecologistas confían por razones genéricas (si se invierte en mantener los espacios protegidos se consigue invertir la degradación ambiental) mientras que los agricultores desconfían por motivos exactos e implacables (el volumen de lluvia no se mantendrá en los niveles del trienio anterior). Pero aunque se trate solo de un brote verde, de momento es más real que la recuperación profetizada por el Gobierno.

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