El año más seco desde 1912 y la contaminación ahogan el Tajo
Una grave mortandad de peces en Toledo revela décadas de dejadez
En Castilla-La Mancha culpan al trasvase al Segura de los problemas del río
Cuesta creer que el Tajo a la altura de la ciudad de Toledo haya sido lugar de baño. El agua huele mal y entre la espuma aún flota alguna carpa muerta. Es viernes. Han pasado tres días desde que miles de peces muertos tapizaran el río que rodea la ciudad. Las carpas y barbos flotando son solo un síntoma de años, décadas, de dejadez y mala depuración, de un río esquilmado. A esto se le ha sumado que este es el curso más seco en la cabecera desde que en 1912 empieza la serie histórica.
El origen de la mortandad del martes está aún en disputa. La Confederación Hidrográfica del Tajo, del Ministerio de Medio Ambiente, señala al Ayuntamiento de Toledo. El presidente de la confederación, Miguel Antolín, explica en un correo electrónico que el caso se produjo por “el mal estado de un colector del municipio de Toledo, cuyas fugas de aguas residuales sin depurar han acabado vertiendo directamente en el río Tajo, al coincidir con un episodio tormentoso”. En Castilla-La Mancha es políticamente relevante quién sea responsable. Porque el alcalde de Toledo es Emiliano García-Page, el socialista que previsiblemente rivalizará con la popular Dolores de Cospedal en las autonómicas y que ha hecho del Tajo una de sus banderas.
El Ayuntamiento replica con un vídeo y fotos de peces muertos aguas arriba de Toledo. En su opinión, eso descartaría el colector municipal. Según el Consistorio, lo que ocurre es que el ministerio suelta poca agua para la ciudad, ya que reserva la de la cabecera del río para Levante. El Tajo “está enfermo de agua, y la que tiene está sucia”, ha dicho García-Page.
Una mañana de paseo por el Tajo muestra una imagen deprimente. Desde que a través del Jarama recibe las aguas residuales de Madrid —en teoría depuradas—, se convierte en un río estancado artificialmente y sucio. Junto a la Puebla de Montalbán, decenas de carpas asoman a la superficie entre sospechosos tropezones marrones que flotan. Miguel Ángel Sánchez, aparejador y portavoz de la Plataforma en Defensa del Tajo, explica: “Las carpas lo aguantan todo. Boquean porque tienen poco oxígeno”. Río arriba, el embalse de Castrejón retiene el agua y el Tajo es un tapiz de plantas. Allí, según la ONG ecologista SEO/Birdlife, el bajo caudal amenaza una de las colonias de garzas más importantes de Castilla-La Mancha.
Unos 80 kilómetros río abajo de Toledo, nada más dejar Talavera, la situación no mejora. El agua está estancada artificialmente en la ciudad para dar imagen plácida. Pero nada más salir del casco urbano, un colector de aguas residuales vierte un caudal sospechosamente turbio directamente sobre otro grupo de carpas que se da un festín entre la porquería. Cuesta creer que este sea un río internacional, el más largo de la Península y que aquí rijan las directivas ambientales europeas promulgadas hace décadas.
La confederación niega la mayor. “En la actualidad se están cumpliendo los objetivos de calidad contemplados en el vigente plan de cuenca. Esto no quiere decir que no podamos ser más ambiciosos en el futuro si alcanzamos un acuerdo al respecto”, afirma el presidente del organismo, que añade que “Madrid está cumpliendo con los objetivos de calidad contemplados en el vigente plan de cuenca y está sometido a la misma vigilancia por parte de la confederación”.
40 AÑOS SIN BAÑOS. El 19 de junio de 1972, el Gobernador Civil de Toledo prohibió el baño junto a la ciudad por la mala calidad de las aguas. En Talavera se prohibió años después. “Venía el tren botijo de Madrid, con familias enteras a bañarse”, recuerda el talaverano Miguel Méndez, médico de 55 años mientras muestra nostálgico las fotos de esa época.
Sánchez contesta que basta con bajar al cauce para ver que esa no es la realidad. Según este, el Tajo es desde hace años un río exprimido, en cantidad y en calidad, con un trasvase en la cabecera (el del Segura), con Madrid y su entorno que no depuran correctamente las aguas y con una serie de enormes presas que hacen del río hasta Portugal una sucesión de agua estancada.
A esto hay que sumar que el año hidrológico 2011-2012 está siendo el más seco en la cabecera desde que en 1912 comienza la serie histórica. En los enormes embalses de Entrepeñas y Buendía (Guadalajara) han entrado entre octubre y junio solo 260,9 hectómetros cúbicos de agua, un 26% de la media. Es poco probable que la situación cambie en los cuatro meses que quedan para culminar la temporada, que va de octubre a octubre, ya que el verano apenas suma lluvias. Este año es especialmente dramático, pero la tendencia es clara. Según el borrador de plan de cuenca elaborado por la Confederación del Tajo, la entrada de agua en los pantanos de los que nace el trasvase ha caído un 47% en el periodo 1980-2006 respecto al 1959-1979.
Sánchez, un tipo grande que conoce el río como la palma de su mano, afirma que con esa situación no se puede mantener el trasvase al Segura, que abrió en 1979. “El Tajo es un enfermo. Y a un enfermo no le puedes sacar sangre. El río Alberche [uno de los grandes afluentes] lo desvían para Madrid y el Tajo va para Murcia. Así que en Talavera, en vez de tener dos ríos con agua mineral, llega uno que son las aguas residuales de Madrid”. Sánchez sabe que hay un problema de contaminación y que la cuenca necesita inversiones en depuración, pero añade: “La solución pasa también por quitarle agua al trasvase”.
Antolín pide “huir de posturas simplistas y maniqueas que no llevan a ninguna parte, que solo propician el enfrentamiento estéril e inútil de la sociedad”: “La realidad es que el trasvase existe y cumple una función esencial en la satisfacción de las demandas de agua necesarias y justificadas en el Levante. Pero también es una realidad que tenemos unas comarcas de Talavera y Toledo en las que existen unas realidades palpables y también justificadas que deben ser igualmente atendidas. Por último, también es real que las aportaciones de agua registradas en la cabecera del Tajo han disminuido drásticamente en los últimos años”. Y concluye: “El objetivo no es cuestionar la existencia o no del trasvase, sino cómo se gestiona”.
El trasvase, ideado en 1933 por un ingeniero republicano, Manuel Lorenzo Pardo, fue retomado por Franco. Inicialmente se diseñó para trasvasar 1.000 hectómetros cúbicos al año, pero la ley del trasvase lo dejó en 600. Aun así, solo en 2000 se alcanzó esa cantidad. En enero pasado, el Gobierno aprobó un trasvase de hasta 228 hectómetros para los seis primeros meses del año, un 86% de la cantidad de agua que ha entrado en la cabecera del Tajo desde octubre. El agua trasvasada supone casi la mitad del abastecimiento de 2,5 millones de personas de Alicante, Murcia y Almería y riega decenas de miles de hectáreas de limoneros y naranjos y de otros cultivos de 70.000 regantes.
El caudal que va a Levante es de muy buena calidad. La conductividad (una medida de la cantidad de materiales disueltos) medida en septiembre de 2011 en Entrepeñas era de 483 microsiemens por centímetro. En ese mismo mes, según la confederación, en la Puebla de Montalbán (Toledo) era de 2.000. Cuanto más pura sea el agua, menor es la conductividad. La llegada de aguas residuales al cauce se nota.
La población solo recientemente ha tomado conciencia de lo que supone el río. Quizá eso explique la falta de depuración, y que ni siquiera Talavera dé ejemplo con el tratamiento de aguas residuales. Miguel Méndez, también de la plataforma, explica que algo comenzó a cambiar el verano de 2006: “El Tajo se secó, pero a nadie le importó. Si hubiera sido el Ebro o el Guadalquivir habría sido un escándalo, pero aquí no se movió nada”. El otro gran río de Talavera, el Alberche, se puede cruzar casi a pie. Apenas lleva agua, es un hilillo bajo un enorme puente que prueba que en otra época fue un río caudaloso. La mayoría está embalsada por si Madrid la necesita en un periodo de sequía. La movilización puede llegar a tiempo para la zona, ya que el Gobierno tiene que aprobar en año y medio el plan de cuenca, que amplía los caudales ecológicos para cumplir las exigencias de la UE.
El problema de contaminación del Tajo no es único, aunque sí de los más llamativos. Un millar de localidades en España vierten sus aguas residuales sin depurar y Medio Ambiente estima que podría recibir una multa de Bruselas de entre 20 y 50 millones de euros al año. Para construir depuradoras necesitaría 1.000 millones de euros al año, que no existen en los presupuestos.
Curiosamente, una de las cuencas con menos problemas de contaminación es la del Segura, en el otro extremo del trasvase y que hasta hace una década era una cloaca. Desde allí se responde a las críticas de Castilla-La Mancha. “Solo faltaba que echaran la culpa de los peces muertos al trasvase”, replica Juan Guillamón, diputado del PP en la Asamblea Regional de Murcia e ingeniero de caminos: “La depuración de los ríos no se produce por dilución, sino con tratamiento. El Segura era el río más apestoso que había en España en 1985. En la última década, con una inversión de 600 millones, la comunidad ha construido 47 depuradoras y es de los ríos más limpios. Que hagan lo mismo, que se puede hacer”.
El Gobierno debe decidir de forma inminente un nuevo trasvase al Segura para los próximos tres meses. Hasta ahora, los envíos eran semestrales. Ante el estiaje, y por precaución ante la mala situación del Tajo, Medio Ambiente ha decidido reducir los periodos entre cada desembalse. Además, ha declarado la emergencia por sequía para reducir el caudal que manda a Portugal. En el Tajo se mezclan sequía, contaminación y política. Elementos típicos de las guerras del agua.
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