domingo, 24 de febrero de 2013


Un mes bebiendo agua contaminada

Alzira prohíbe el consumo del grifo tras detectar restos de un herbicida prohibido desde 2002


Garrafas de agua en el interior de un bar en Alzira. / MÓNICA TORRES


El cortado del bar de Eva en la Plaza Mayor de Alzira (Valencia) ayer sabía raro. “Tenemos café con agua mineral”, rezaba un cartel manuscrito a la entrada de su local. Y no es que Eva haya querido innovar, es que el Ayuntamiento de Alzira ha prohibido el consumo de agua corriente porque todos los pozos que abastecen al pueblo están contaminados por pesticidas. En concreto por terbumetona-desetil, un producto de la degradación de la terbumetona, un herbicida de comercialización y uso prohibido por la Unión Europea desde 2002.

Con sus cerca de 45.000 habitantes, el término municipal de Alzira está atravesado por el río Júcar, que riega cientos de campos de cultivo. Y la terbumetona no es el único problema. La agricultura intensiva de regadío lleva años generando exceso de nitratos en el agua. Tantos años, que ni siquiera el ayuntamiento sabe concretar desde cuándo el uso del agua en Alzira está restringido para embarazadas y lactantes por la recomendación de la OMS de evitar que beban agua con estos niveles de nitratos.

Desde el pasado miércoles, con la detección de los restos del herbicida, beber y cocinar con agua corriente está absolutamente prohibido. Los vecinos desconfían y es que según el Ayuntamiento, al menos llevan un mes bebiendo terbumetona-desetil.

Las concejales de Salud y Servicios Públicos se reunieron de urgencia el pasado martes con los técnicos municipales, que han encontrado en los seis pozos públicos que abastecen de agua a la población cantidades de terbumetona-desetil que varían entre 0,15 y 0,19 microgramos por litro, cuando el límite está en 0,10. Desde que se tomaron las muestras hasta que se obtuvieron los resultados ha pasado un mes.

El Ayuntamiento asegura que esta es la primera vez que se registran valores de este compuesto por encima de los límites. Mercedes Banyeres, concejal de Sanidad, achaca el problema a que el pesticida originario, la terbumetona, tiene un periodo de degradación muy largo y sus subproductos persisten durante años aunque, asegura, el herbicida ya no se utilica. La falta de lluvias de este año, según el consistorio, hace que el componente tóxico no pueda diluirse. Y a ojos de los ciudadanos, tampoco sus explicaciones diluyen el problema.

Seis enormes bloques rectangulares, como contenedores de barco con grifos, han sido instalados en la ciudad. Son seis fuentes con un sistema de ósmosis inversa que incluyen un filtro de carbono activo para depurar el agua. Los vecinos los miran de reojo al pasar pero van a tener que acostumbrarse a ellos porque convivirán durante al menos dos meses. Justo el tiempo que tardará en estar lista una planta de tratamiento que el Ayuntamiento ha pedido a la empresa concesionaria de la gestión del agua.

Estas fuentes pertenecen a un pueblo vecino, Carcaixent, en el que el año pasado se prohibió el uso del agua potable durante cinco meses, incluido el verano, por un problema similar. El consistorio invirtió 300.000 euros en sistemas de depuración que solucionaron el problema y Alzira ya ha anunciado que necesitará invertir cerca de 600.000. Pero en Alzira se han adelantado y no han esperado al resultado de los contraanálisis que verifiquen que los resultados obtenidos son exactos, antes de tomar medidas.

“Este no es un problema de salud pública”, explica Félix Hernández, director del Laboratorio de Análisis de Residuos de Plaguicidas de la Universidad Jaume I de Castellón. Según Hernández los niveles en Estados Unidos para esta sustancia son más laxos y en Europa y asegura que para que se noten problemas gástricos al ingerir la terbumetona-desetil haría falta una concentración mucho mayor sostenida en el tiempo. Además, en su opinión la solución pasa por un mayor control del uso de los pesticidas.

La población se ha acostumbrado a defenderse de manera individual contra las restricciones de uso de agua. Y a río revuelto, ganancia de pescadores.

Gabi, propietario de un bar en la Plaza Mayor, ha gastado 10 euros en la adaptación de la máquina de café para poder dar servicio con agua mineral a sus clientes en fallas, que es temporada alta. Además, tendrá que vigilar que la garrafa no se le vacíe, porque si la máquina toma aire, se estropea. También estarán alerta diversos restaurantes que aseguran que en sus cocinas ya solo se usa agua embotellada.

Los supermercados hacen su particular agosto y venden cada día cientos de garrafas de agua. Y los vecinos que, en el mejor de los casos tienen en casa un sistema de ósmosis inversa, tampoco podrán usarlo sino se instalan un filtro de carbono. María, rodeada de altos estantes azules llenos de agua en un supermercado, no podía más: “Yo me instalé la ósmosis en casa el verano pasado y ahora ya no me sirve. Con la situación que hay, esto es ya lo que nos faltaba”.

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