domingo, 17 de marzo de 2013


Groenlandia sí que importa

Los groenlandeses temen ver destruido su entorno y su modo de vida, basado en la pesca y en la caza

Unas elecciones en un país de 57.000 habitantes, cubierto por el hielo y cuya capital funciona con solo dos semáforos, tienen todas las papeletas para pasar inadvertidas en los medios. Y así ha sido. Sin embargo, los comicios celebrados el pasado martes en Groenlandia fueron monitoreados con preocupación en Washington, Bruselas y Pekín. Y es que de los habitantes de la mayor isla del planeta, cuatro veces el tamaño de España, dependía no solo su futuro Gobierno, sino la geopolítica mundial.

Groenlandia tiene grandes yacimientos intactos de hierro, uranio y tierras raras. Tiene reservas de petróleo y gas. Y tiene también afanes independentistas. En 2008, esta provincia danesa logró, merced a un referéndum, más competencias y el derecho a la autodeterminación, aunque Copenhague sigue subsidiando la mitad de su presupuesto. Y en 2009, los groenlandeses llevaron al poder al partido Inuit Ataqatigiit, izquierdista y proindependencia. Su líder, Kuupid Kleist, se puso manos a la obra. Para financiar la futura emancipación, Kleist abrió Groenlandia a las compañías mineras. Las licencias de exploración se multiplicaron.

Y allí desembarcó China, justo a tiempo de ver aprobada la “ley a gran escala”, que permite importar mano de obra extranjera barata y sin protección laboral. Lo ideal para su gigantesco proyecto de explotación de hierro en Isua, que prevé la llegada de 3.000 obreros chinos para construir la mina y un puerto. Y mal asunto para la UE y EE UU, que observan alarmados el avance chino en el Ártico, donde el deshielo está abriendo rutas de navegación y el acceso a las riquezas del subsuelo.

Pero el martes llegó la sorpresa. Contra todo pronóstico, los groenlandeses (el 80% son inuit, o esquimales) dijeron basta. Temen ver destruido su entorno y su modo de vida, basado en la pesca y en la caza. Los socialdemócratas ganaron con un 42% de los votos, frente al 34% de los independentistas. Aleqa Hammond, una risueña inuit, hija de un cazador, políglota y experta en turismo, será primera ministra. Habla de derechos humanos y de medio ambiente. Ha prometido derogar la “ley a gran escala” y revisar los contratos mineros. ¿Dejar Dinamarca para acabar en manos de China? No, gracias. El sueño emancipador de Groenlandia está congelado. Como sus tierras.

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